martes, 27 de marzo de 2007

SUPER IRRESISTIBLES

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¿Alguien me puede explicar la extraña fascinación que sienten algunas personas por los supermercados? Porque yo no les encuentro ninguna.
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Sé que su acomodo está hecho para incitar a los clientes a consumir más de lo que necesitan, ¿pero es que realmente es tan difícil resistirse?, ¿necesitan un cono en la cabeza como ése que le ponen a los caballos para no desviarse o qué?
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Es tan sencillo: si uno necesita jamón y crema entra al super, va a la sección de carnes frías, luego a la de lácteos, pasa a las cajas a pagar y sale con sus dos productos recién adquiridos.
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Entonces, ¿por qué cuando mi mamá va por algo así regresa con una cantidad impresionante de comida, suficiente como para once semanas? (lo peor es que no dura ni una).
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¿A qué se debe la incapacidad para caminar más de tres pasillos sin sentir la necesidad de tomar algo?

lunes, 19 de marzo de 2007

MÍRAME... ¡MÍRAAMEEE!... ¡¡MÍIRAAAMEEEE!!

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El exhibicionismo está considerado como una parafilia que consiste en mostrar los genitales para conseguir la excitación sexual. Pero qué tal cuando se trata de mostrar la ropa, el peinado, los accesorios, el maquillaje... la precaria vida, para conseguir la excitación social, esa ansia de ser visto, de hacerse notar... ¿eso no es exhibicionismo?
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Porque para mí es igual de molesto... o me imagino que así sería. Digo, porque nunca he tenido enfrente a ningúna persona desnuda en contra de mi voluntad, pero sí se me aparecen latosamente a cada rato esos exhibicionistas sociales que hablando fuerte, moviéndose exagerados y nomás con la carita que ponen, entre "no me importa lo que piensen" y "¿te gusta mi blusa?", ya se les ve -a tres kilómetros y medio, metidos en una bolsa negra en la cajuela de un coche a 180 por hora- la inseguridad y la necesidad de reconocimiento, con luces neón, marquesina, cuetes y toda la cosa, igual que un exhibicionista sexual necesita de la reafirmación de sus genitales.
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Los lugares de acción favoritos de estos pervertidos son las discos, los centros comerciales (aquí siempre me confundo, después de 8 minutos ya no sé si los aparadores están en las tiendas o en los pasillos), las universidades y en general en cualquier lugar donde haya mucha gente para verlos.
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Es muy difícil escapar de ellos, siempre te vas a encontrar uno. Lo más fácil es hacer exactamente lo mismo que se recomienda con los exhibicionistas sexuales: ignorarlos. Aunque cuidado, siempre puede ocurrir que uno se te ponga violento porque no le dijiste nada de sus zapatos nuevos.

domingo, 11 de marzo de 2007

MÁRTIRES DE NUESTROS TIEMPOS

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"Cuando tengas ganas de morirte, no alborotes tanto; muérete y ya".
CUANDO TENGAS GANAS DE MORIRTE / JAIME SABINES
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"No soporto más escucharte: ¡Ay, pobre de mí!".
NADA MÁS DE MÍ / LOS BÚNKERS
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Santa Fulana, San Perengano, Santa Sutana... ¿O qué? ¿A poco alguien cree que los mártires ya no existan? Porque yo conozco a unos cuantos y son realmente patéticos.
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Los mártires modernos son esas personas a las que les preguntas "¿cómo estás?" -por un mero gesto mecániaco-social o cordial, en el mejor de los casos- y te relatan la serie de desgracias que han sufrido tan sólo en los últimos 25 minutos.
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Nadie, nunca, los va a poder superar en desdichas: si tú te torciste el tobillo, el otro se rompió la pierna; si te asaltaron, lo secuestraron; no hay pierde. Y claro, cuando tienes la mala suerte de toparte con uno de éstos ejemplares, una de dos: o terminas deprimido o terminas de malas. Obvio, los evitas y, claro, luego te preguntan por qué ya no los quieres. Aaggghhhh.
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También están los lucidores; éstos, aparte de divulgar felices sus dolores, les encanta enjaretarte arbitrariamente en sus planes diarios de tortura sin que se los pidas, y luego dicen que todo lo hicieron por ti, ni modo que lo vayan a hacer por gusto (¿pero qué no, de todos modos, quisieron hacerlo por iniciativa porpia?). Éstos son peores.
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Y ahí andan, con su eterna cara de paste, esperando yo no sé qué; tal vez se tomaron demasiado en serio eso de que el que sufre en la tierra va a gozar en el cielo, ¿pero qué no dice la iglesia también que debemos ser discretos con nuestras obras buenas para que cuenten? Pues deberían hacele caso.